sábado, 19 de julio de 2014

Tao

Recuerdo la sorpresa -y el cierto desasosiego- que me causó mi profesor de tai chi al preguntarle qué era un tao. Él con una paciencia infinita nos explicaba los pasos que debíamos seguir para completar el tao de la grulla, el de la forma yang del 24, el de la forma yang del 88... y así sucesivamente. Tao, tao, tao... pero ¿qué demonios era aquello del tao?

Su respuesta fue: "No puedo decirte qué es el tao porque es algo que no puede definirse, porque si se define ya deja de ser tao." ¡Toma ya! Era la primera vez en mi vida que escuchaba algo así. Desde pequeño TODOS me habían enseñado que por definición TODO tiene definición, y aquello que no la tiene o no existe o no merece tu atención. Y ahora, en plena edad adulta me enfrentaba a algo que no podía definirse porque si se hacía dejaba de ser valida la definición. Pero ahí no acababa la cosa... tan sólo comenzaba.

Llevo aproximadamente cuatro años de práctica de tai chi a razón de dos veces por semana más lo que práctico en casa. No he realizado el tao de la misma forma nunca. Cada vez es distinta. Cada vez descubres cosas nuevas. Cada vez te enfrentas a un miedo y lo superas... o no. Cada vez te asomas a una parte de tu cuerpo y descubres que existe, y que por tanto no es solamente la imagen de un libro de texto, te asomas a alguno de tus órganos y aprendes a conocerlo, a explorarlo, a sentirlo, a notar si funciona o no funciona bien. Y cada vez tienes esa sensación que no me ha abandonado un solo día desde que empecé, de que siempre estás comenzando, aunque el punto de partida evidentemente no sea siempre el mismo.  No hay pues lugares seguros, cosas que puedan darse por fijas, lugares comunes. Todo varía, muta y te desplaza fuera de ti mismo precisamente para ser tú mismo.

Porque las lógicas a las que estamos acostumbrados se invierten dejando de funcionar una tras otra: no se trata de convertirse en nada sino de irse descubriendo a uno mismo en un proceso que no tiene fin. No se trata de demostrar nada sino de dejar emerger cosas que ni tu mismo sabias que existían. No se trata de alcanzar nada sino de abrirle la puerta de par en par a la respiración, la atención, y la sensación. No sabemos ni que existen. No hablamos de adquirir sino de dejar, de desprenderse de la enorme cantidad de cosas, vicios, chantajes a nosotros mismos, coartadas absurdas, excusas de baratillo... que nos dedicamos a hacernos a medida a lo largo de toda nuestra vida, casa día, a casa paso para evitarnos sentir, pensar, crecer, decidir, arriesgar, superar, percibir. Nos aterroriza hacerlo aunque el precio que tengamos,que pegar sea nuestra propia identidad y nuestra libertad.


Por eso el término "tao" no puede definirse, es una especie de mecanismo de seguridad que lleva incorporado el propio término para no ser fácilmente desvirtuado. Porque si lo hiciésemos nos quedaríamos tranquilos con una frase más o menos afortunada que resbalaría sobre nuestra conciencia sin posibilidad de alterarla. Eso lo intuían de forma genial los sabios chinos que acuñaron el término hace miles de años, y así ha permanecido, afortunadamente, hasta la actualidad, e intuyo que seguirá haciéndolo en los próximos... miles de años para quien posea,la sensibilidad y el arrojo de asomarse a lo inefable que nos espera siempre agazapado en nuestro interior.



2 comentarios:

  1. Tengo entendido que en China la gente practica tai chi en los parques públicos. Así, además de ahondar el autoconocimiento, puedes conocer y socializar con los demás :-)

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  2. En efecto Ana, como bien dices, la gente que ha estado allí me ha dicho que lo más normal del mundo es que vayas por un parque, veas un grupo practicando tai chi y te sumes a el con toda naturalidad. Existe una muy buena predisposición a acoger a cualquiera en estas sesiones colectivas que suelen realizarse muy temprano. Es su forma de acoger, de hacer participe, de compartir. Prometo hacer foto si consigo colarme en alguno de estos grupos para que puedas verme en acción. ¡Y muchas gracias por seguir este blog!

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