Ustedes me perdonarán pero hay algo que no acabo de entender en el concepto que maneja Occidente de calidad de vida.
Los sistemas de salud más punteros, cientos de miles de millones invertidos en programas de educación para la salud, dietas macrobióticas, nutricionistas, gimnasios a gogo, elixires de todo tipo y condición que prometen la eterna juventud por unos pocos cientos de euros, turismo termal, cirugías estéticas con el que ganarle la partida al paso del tiempo, productos ecológicos, leches de soja y ungüentos, píldoras milagrosas adobadas de publicidad que te hace regresar a la adolescencia sin pagar peaje... para encontrarte a gente que con 40 está en las últimas. ¿Qué esta pasando?
Hace unos días una señora de 70 años que tiene una parada en el mercado a quien apreció mucho y que me hace las veces de consejera aplica, me lo explicaba con rotunda claridad: "quita, quita, tanto gimnasio, tanta dieta... estáis todos hechos polvo, da pena veros. Yo a tu edad estaba más fresca que una lechuga. Llevaba este puesto y uno que teníamos en el Mercado Central que al final vendimos, me bajaba andando todos los días a Aldaya a una huerta para recoger patatas y unas cuantas coles, y aún me daba para hacer mandados para sacarme unas perrillas. Y tú, que siempre estas quejándote como un abuelo.Te quejas de vicio, te quejas porque lo tienes todo y no sabes que hacer, de puro aburrimiento, sois débiles porque lo habéis tenido todo y además de no saber valorarlo, eso ha hecho que os saquen siempre las castañas del fuego."
Y tenía toda la razón. Hemos identificado calidad de vida con esperanza de vida. Craso error. Vivir más a costa de lo que sea, como sea... pero vivir. Eso sin con todas de cara y tratando de no acusar nada. Vivir fiando nuestra calidad de vida a sus mercaderes, a quienes trafican con ella a cambio de nuestra siesta tranquilidad. Compramos tranquilidad, comodidad, evitar cuidarnos en serio y de verdad... a precio de saldo... Y así nos va. ¿Quien nos enseña a respirar correctamente? ¿A andar? ¿A colocar la postura de nuestro cuerpo adecuadamente? ¿A reconocer nuestros órganos? ¿A sentir? ¿A rastrear cada parte de nuestro cuerpo comprendiéndola como parte de un todo que tiene sentido en el conjunto y no como algo que se explica en si y por sí mismas?
Como ven no estamos hablando de temas estrictamente físicos sino que nos adentramos de lleno en terrenos educativo-culturales de profundo calado. ¿Cuantos cientos de miles de millones de euros podrían ahorrarse en tratamientos de todo tipo si integráramos en nuestros hábitos de vida estas sencillas pautas de autocuidado?
El carácter chino que identifica la palabra "salud" es, en pinyin, "shenti". Su radical representa a una persona erguida, confiada, en una posición digna, tranquila y relajada, también optimista. Y habla de salud en términos que van más allá de lo fisiológico entrando de lleno en lo emocional y en los psicológico ya que en este caso no se puede hablar de lo uno sin lo otro.
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