lunes, 21 de julio de 2014

¿Por qué me gusta aprender chino?


La mayoría de la gente cuando se entera de que estoy aprendiendo chino en todos los casos me hace dos comentarios (si yo perteneciera a algún organismos encargado de la enseñanza de esta lengua lo tendría muy presente porque se da en 10 de cada 10 casos): que el chino es muy difícil y que es el idioma de futuro. Me temo que son imágenes preconizadas en otro sitio, que han escuchado de otros y que hacen suyas sin contrastarlas con una experiencia personal. Siempre acabo recomendándoles que no se lo cuenten y lo prueben, y después que decidan. Y seguro que después de ello ya no lo podrán dejar porque el chino engancha, seduce, absorbe.

Tengo tres (buenas creo) razones para querer seguir aprendiendo chino. Ninguna de ellas tiene que ver con las que circulan hoy en día entre los grupos en los que se ha vuelto una moda:remoción económico-profesional etc...

La primera es que que se trata de un idioma en el que debes intervenir TODA tu persona. No sólo habilidades y capacidades de tipo intelectual (memoria, retentiva, capacidad de identificar y relacionar sonidos etc...) sino también valores como el esfuerzo, la tenacidad, la resistencia, la capacidad de sacrificio y de entrega, también la de renuncia, la humildad, la confianza en ti mismo y en quien te enseña, la paciencia, la creatividad... (la figura del profesor es muy especial y tiene poco que ver con la que tenemos en Occidente porque en este caso es el o ella quien te elige y lo hace para siempre, no cambias de profesor con cada nivel sino que el profesor te seguirá permanentemente, porque de algún modo se responsabiliza de ti, de lo que te ocurra, de los planes que hagas, de tu evolución en el aprendizaje que, como he dicho, comprender lo que eres como un todo).  En ese sentido, el chino es un idioma que saca lo mejor de ti mismo, te templa, te pone a prueba, te potencia, te estira, te triplica, te enrosca a ti mismo de forma ascendente e interminable.

La segunda es que el chino unifica de forma armónica sonido (es enormemente musical), arte (el trazo de cada carácter es continuo dibujo) e historia. Cada carácter, cada uno de los millones que lo conforman tiene tras de sí una maravillosa historia que puedes rastrear tirando del hilo de la caligrafía. Y hay cientos de miles de historias esperando, a cual más original y curiosa, a quien, como yo, somos amantes de las buenas historias a través de las cuales podemos viajar en grandes camellos o dar saltos entre techos de jade a la luz de una luna construida de papelón un conejo-diosa. Cada carácter es una delicada puerta de entrada que no se cierra tras atravesarla. Pero lo más increíble es la conexión entre cuerpo y mente que se produce a través del carácter. Si escribes de forma adecuada el carácter paz, puedes llegar a sentirla. No es una película que uno se monta, lo he podido comprobar personalmente en muchas ocasiones.

Y la tercera, pero no menos importante, es la para mi increíblemente atractiva paradoja de ser un idioma enormemente lógico, de hecho el chino tiene mucho de mecano en dónde puedes construir palabras más grandes a partir de palabras más pequeños con significados más parciales. Pero al mismo tiempo, es enormemente contextual e implícito. A diferencia de nuestros idiomas donde todo es explícito y se dice "con todas las letras", en chino eso en muchos casos eso es considerado como algo grosero, zafio, falto de imaginación y de pericia, primitivo. Siempre todo depende del contexto, de a quien te dirijas, de su edad, de su filiación familiar, de si se trata de una situación formal o informal. Recientemente mi laoshi (profesora) me explicaba que el término "siempre" en chino se usa de forma diferente si lo aplicamos a algo que ha ocurrido en el pasado, o a algo que va a ocurrir en el futuro. Yo, torpemente, le interpelaba "Pero siempre es siempre, independientemente de sí se produce en el pasado o en el futuro." "¿Estas seguro? - me contesto con corrección. "En el primer caso hablamos desde lo que quisimos, en el segundo desde lo que queremos."
















S

2 comentarios:

  1. Me llama mucho la atención lo que dices acerca del profesor chino, su dedicación me recuerda a lo que aquí llamamos padrinazgo, algo por lo demás poco común.
    Y lo que dices acerca de los caracteres escritos (escribir paz y sentirla al tiempo) me ha llevado, por extraño que parezca, a los jeroglíficos de la antigua cultura egipcia, donde escribir algo era invocarlo, hacerlo presente, materializarlo en uno mismo. Un concepto muy interesante, casi religioso.

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  2. En efecto Ana. El tema del padrizazgo es muy interesante y chocante para un occidental. Porque la mismo tiempo que tu laoshi se interesa por esferas de tu vida que van más allá de lo estrictamente idiomático, las distancias alumno-profesor (sobre todo las físicas) son insalvables. Un apretón de manos ,muy de tarde en tarde, un beso en la mejilla, impensable. Y todo convive en un misma pauta de conducta como la cosa más natural del mundo.
    En cuanto al tema de la escritura, es algo muy especila, porque ellos le dan una carga física que nosotros no le damos (y más aún con las nuevas tecnologías). Desde esa dimensión física accedes a otros territorios como trozos de historia, de cultura, de símbolos, de "fósiles" linguçisticos interesantísimos que a mi personalmente me fascinan. Y es que cada carácter tiene su orden de ejecución en el trazo y de no seguirloarruinarás no sólo ese carácter como radical sino el siguiente porque todos se apoyan entre sí en una lógica interna bellísima. No en vano, la caligrafía es considerada un arte (una de las cinco) y se sitúa, no porqué sí, al lado del taichí y de la danza.

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